En otoño te conocí
cuando las ramas se despojaban de sus secos vestidos
Sonreías en silencio
como si el viento te contara un secreto
Y yo... yo quería estar ahí
Cuéntame, carcelera del cielo,
¿Quién te concedió tal poder?
Porque un dedo tuyo puede tapar mil soles
Porque mi nombre en tu boca puede alargarme la vida
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