miércoles, 8 de febrero de 2012

La máscara más cara


   Hace poco salí con un grupo de amigos y cuando estábamos camino a nuestras casas decidimos parar a comer algo. Terminamos pidiendo sanguchón para llevar y nos fuimos a comer a la casa de uno de ellos. Mientras comíamos y conversábamos, pasada la medianoche era inevitable terminar tocando el tema de los sentimientos. A todos les pasa: cuando alguien del grupo tiene algún conflicto de pareja, todos los demás se vuelven sabios y consejeros, diestros en la materia, gurús del amor. Así que no perdimos la oportunidad de bombardear a este amigo con consejos y así tratar de darle un sentido a todas nuestras derrotas pasadas y actuales (es que cuando alguien más aprende de tantas estupideces que nosotros hemos hecho,  y no comete los mismos errores, sentimos una especie de consuelo al pensar que al menos de algo sirvió). El punto es que cuando llegamos a identificar el centro del problema, me di cuenta que ya tenía el tema del siguiente post para mi blog: Las máscaras en el amor.

   Hablando específicamente de las relaciones sentimentales, todos nos esforzamos por agradar a la persona que queremos. Es admirable que uno se esfuerce por ser mejor, que sea consciente de sus errores y defectos y trabaje en ellos para corregirlos. El crecer como persona es un proceso de equivocaciones, pero el problema nace cuando no permitimos que la persona que queremos nos acompañe en ese proceso por temor a perderla. Eso se convierte en una máscara que probablemente termine echando a perder la relación.

   Reflexionar acerca de esto me hizo pensar en una conocida obra de drama: El fantasma de la Ópera. En esta historia el supuesto fantasma era un hombre llamado Erik, que se escondía tras una máscara por vergüenza a mostrar su rostro deforme. Erik era un genio musical y estaba enamorado de una hermosa chica, Christine. Él se presentó a ella como su ángel de la música, y ella estaba fascinada con esa mágica personalidad. Pasaron muchas aventuras juntos, sin embargo Erik nunca le mostraba su rostro a la bella joven. Todo era perfecto, pero irreal. Por otro lado estaba el Vizconde Raoul, quien también amaba a Christine. Él era una persona celosa, conflictiva e insegura, y más de una vez hirió a Christine con sus actos y palabras, pero era sincero. Mientras Christine vivía una hermosa fantasía con Erik, su corazón se enamoraba de Raoul. Erik se dio cuenta del romance que había entre Christine y Raoul, y decidió, por petición de ella, al fin quitarse la máscara y mostrarle su verdadero rostro. Para ella fue un shock la primera impresión, pero luego regresó a Erik y lo besó por primera y última vez. Él se sintió amado por vez primera, y aunque parecía ilógico, sólo logró sentirse así cuando se quitó la máscara. Pero ya era demasiado tarde, Erik había perdido mucho tiempo ocultando su rostro mientras Christine se enamoraba de otro hombre. Christine estaba desilusionada de Erik, no por su rostro deforme, sino por todas las atrocidades que él había hecho para mantener su romántica farsa. Y fue así que ella se alejó de él y no volvieron a verse nunca más. Moraleja: la sinceridad amarga es mejor que la actuación bien intencionada.

   Así como Erik, muchos tratan de acercarse a la persona que quieren con una máscara. Y es verdad que puede funcionar por algún tiempo, pero no para siempre. He llegado a la conclusión de que hay dos razones por las cuales una persona oculta algo de sí misma:  

1. Porque cree o sabe que ese algo es un defecto. 

2. Porque cree o sabe que a su ser amado no le agrada ese algo, así no sea un defecto.          
   
   Sea cual sea el caso, usar una máscara es un error. 

  Si es el caso número 1, puedo afirmar que todos preferimos un humano imperfecto a quien amar, antes que un fantasma perfecto pero irreal. Si tú quieres a esa persona a pesar de sus defectos, ¿acaso ella no debería hacer lo mismo? No digo que uno debe estar orgulloso de sus defectos y decir con el pecho erguido: “así soy yo pues; si me quieres, bien; sino mala suerte.” ¡No! Esa no es la actitud correcta. Uno debe mostrarse tal cual es, con defectos y errores, pero siempre dispuesto a trabajar en corregirlos y ser mejor cada día. Si esa persona te quiere de verdad, será paciente y te acompañará en el proceso de corregir tus errores, pero tú debes darle la oportunidad de hacerlo quitándote la máscara. Eso traerá mayor unión y confianza, y fortalecerá la relación si se hace a tiempo. Lo maravilloso del amor en pareja es crecer juntos.     

   Si es el caso número 2, con más razón uno debe mostrarse tal cual, porque no se está avergonzando de un defecto, sino que se está avergonzando de sí mismo, y eso es grave. Cuando vives con una máscara, siempre vivirás en inseguridad por no saber si la otra persona te quiere de verdad, y nunca podrás disfrutar de esa relación. Es necesario que la otra persona te conozca como eres en verdad; sólo así sabrás si eres para ella o si estás perdiendo el tiempo. Muéstrate tal cual eres. Si no te quiere así, de todos modos tarde o temprano todo terminará. Mejor que sea temprano que tarde para que duela menos. Dolerá, pero serás libre de esa farsa y te darás la oportunidad de conocer y amar con libertad a alguien más que sí te quiera como eres.

   Esto me hace pensar en el amor de Dios. La Biblia enseña que cuando aún nosotros hacíamos mil y un porquerías, Jesús nos amó y entregó su vida por nosotros. Es por eso que podemos estar tan seguros del amor de Dios, porque nos amó a pesar de todo. - ver Romanos5.8 -

   Creo que la clave es primero buscar la amistad antes que el enamoramiento. La amistad sincera es la base de todo. Cuando el enamoramiento viene a consecuencia de una genuina amistad, entonces todas las máscaras desaparecen. Sólo así uno puede amar con libertad porque tiene la paz de saber que la otra persona lo conoce con sus virtudes y defectos, y aún así ha decidido amarlo. Acercarte a una persona con la intención de tener una relación sentimental sin antes desarrollar una amistad, es como querer levantar un edificio sin cimientos. Cuando se quema la etapa de la amistad, es como si se hubieran puesto cimientos débiles. Entonces el edificio caerá fácilmente hasta con un pequeño temblor. Esto es muy peligroso teniendo en cuenta que las relaciones siempre pasarán por temblores, y no pequeños.  

   Si has estado viviendo con una máscara para conquistar a alguien, o has estado pensando en hacerlo, es mejor que desistas ahora. Esa máscara te puede salir muy cara. Cuando el edificio esté muy alto se volverá inhabitable por los cimientos tan débiles. Entonces será imposible renovar los cimientos y la única manera será demoler el edificio. Eso sí que dolerá.

   Si te cuesta tomar la decisión de quitarte la máscara, aprende la lección del Fantasma de la Ópera: Ella prefiere un horrible rostro real, que un mágico fantasma inalcanzable.


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15 comentarios:

  1. no entiendo, escribes muy complicado

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    1. q lo sientas no es suficiente, debes cambiar tu manera de escribir o puedes tener problemas como escritor.

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    2. Gracias por tu consejo anónimo, lo tendré en cuenta :)

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  2. Excelente articulo, usas un lenguaje adecuado, ni simple ni complejo, me haces recordar a mis viejos tiempos de bloggero. Algunas de las ideas ya las tenia hace algún tiempo pero leyendo esto las he vuelto a aflorar, reforzar y expandir con las figuraciones que haces, muy interesante. Bendiciones.

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  3. No sé tu nombre pero gracias :)
    Me alegro que te haya sido útil! un abrazo.

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  4. Diego fuera de bromas ¿Que tienes en la cabeza? xD!!

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  5. ok espero que no sean piojos!! ;)

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  6. jajaja muy bueno Diego! Bendicines

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  7. Estubobueno (;
    bendiciones

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