Hace poco salí con un grupo de amigos y
cuando estábamos camino a nuestras casas decidimos parar a comer algo.
Terminamos pidiendo sanguchón para
llevar y nos fuimos a comer a la casa de uno de ellos. Mientras comíamos y
conversábamos, pasada la medianoche era inevitable terminar tocando el tema de
los sentimientos. A todos les pasa: cuando alguien del grupo tiene algún conflicto
de pareja, todos los demás se vuelven sabios
y consejeros, diestros en la materia, gurús
del amor. Así que no perdimos la oportunidad de bombardear a este amigo con
consejos y así tratar de darle un sentido a todas nuestras derrotas pasadas y
actuales (es que cuando alguien más aprende de tantas estupideces que nosotros
hemos hecho, y no comete los mismos
errores, sentimos una especie de consuelo al pensar que al menos de algo sirvió). El punto es que cuando llegamos a
identificar el centro del problema, me di cuenta que ya tenía el tema del
siguiente post para mi blog: Las máscaras en el amor.
Hablando específicamente de las relaciones
sentimentales, todos nos esforzamos por agradar a la persona que queremos. Es
admirable que uno se esfuerce por ser mejor, que sea consciente de sus errores
y defectos y trabaje en ellos para corregirlos. El crecer como persona es un proceso de equivocaciones, pero el problema nace cuando no permitimos
que la persona que queremos nos acompañe en ese proceso por temor a perderla.
Eso se convierte en una máscara que probablemente termine echando a perder la
relación.
Reflexionar acerca de esto me hizo pensar en
una conocida obra de drama: El fantasma de la Ópera. En esta historia el
supuesto fantasma era un hombre llamado Erik, que se escondía tras una máscara
por vergüenza a mostrar su rostro deforme. Erik era un genio musical y estaba
enamorado de una hermosa chica, Christine. Él se presentó a ella como su ángel
de la música, y ella estaba fascinada con esa mágica personalidad. Pasaron
muchas aventuras juntos, sin embargo Erik nunca le mostraba su rostro a la bella
joven. Todo era perfecto, pero irreal. Por otro lado estaba el Vizconde Raoul, quien también amaba
a Christine. Él era una persona celosa, conflictiva e insegura, y más de una
vez hirió a Christine con sus actos y palabras, pero era sincero. Mientras Christine
vivía una hermosa fantasía con Erik, su corazón se enamoraba de Raoul. Erik se
dio cuenta del romance que había entre Christine y Raoul, y decidió, por
petición de ella, al fin quitarse la máscara y mostrarle su verdadero rostro.
Para ella fue un shock la primera impresión, pero luego regresó a Erik y lo
besó por primera y última vez. Él se sintió amado por vez primera, y aunque parecía ilógico, sólo logró sentirse así cuando se quitó la máscara. Pero ya era demasiado tarde, Erik
había perdido mucho tiempo ocultando su rostro mientras Christine se enamoraba
de otro hombre. Christine estaba desilusionada de Erik, no por su rostro deforme,
sino por todas las atrocidades que él había hecho para mantener su romántica farsa.
Y fue así que ella se alejó de él y no volvieron a verse nunca más. Moraleja: la sinceridad amarga es mejor que la actuación bien intencionada.
Así como Erik, muchos tratan de acercarse a la persona que quieren con una máscara. Y es verdad que puede funcionar por algún tiempo, pero no para siempre. He llegado a la conclusión de que hay dos razones por las cuales una persona oculta algo de sí misma:
1. Porque cree o sabe que ese algo es un defecto.
2. Porque cree o sabe que a su ser amado no le agrada ese algo, así no sea un defecto.
Sea cual sea el caso, usar una máscara es un error.
Si es el caso número 1, puedo afirmar
que todos preferimos un humano imperfecto a quien amar, antes que un fantasma
perfecto pero irreal. Si tú quieres a esa persona a pesar de sus defectos,
¿acaso ella no debería hacer lo mismo? No digo que uno debe estar orgulloso de
sus defectos y decir con el pecho erguido: “así
soy yo pues; si me quieres, bien; sino mala suerte.” ¡No! Esa no es la
actitud correcta. Uno debe mostrarse tal cual es, con defectos y errores, pero
siempre dispuesto a trabajar en corregirlos y ser mejor cada día. Si esa
persona te quiere de verdad, será paciente y te acompañará en el proceso de
corregir tus errores, pero tú debes darle la oportunidad de hacerlo quitándote
la máscara. Eso traerá mayor unión y confianza, y fortalecerá la relación si se
hace a tiempo. Lo maravilloso del amor en pareja es crecer juntos.
Si es el caso número 2, con más razón uno
debe mostrarse tal cual, porque no se está avergonzando de un defecto, sino que
se está avergonzando de sí mismo, y eso es grave. Cuando vives con una máscara,
siempre vivirás en inseguridad por no saber si la otra persona te quiere de
verdad, y nunca podrás disfrutar de esa relación. Es necesario que la otra
persona te conozca como eres en verdad; sólo así sabrás si eres para ella o si
estás perdiendo el tiempo. Muéstrate tal cual eres. Si no te quiere así, de
todos modos tarde o temprano todo terminará. Mejor que sea temprano que tarde
para que duela menos. Dolerá, pero serás libre de esa farsa y te darás la
oportunidad de conocer y amar con libertad a alguien más que sí te quiera como
eres.
Esto me hace pensar en el amor de Dios. La Biblia enseña que cuando aún nosotros hacíamos mil y un porquerías, Jesús nos amó y entregó su vida por nosotros. Es por eso que podemos estar tan seguros del amor de Dios, porque nos amó a pesar de todo. - ver Romanos5.8 -
Creo que la clave es primero buscar la
amistad antes que el enamoramiento. La amistad sincera es la base de todo.
Cuando el enamoramiento viene a consecuencia de una genuina amistad, entonces
todas las máscaras desaparecen. Sólo así uno puede amar con libertad porque
tiene la paz de saber que la otra persona lo conoce con sus virtudes y
defectos, y aún así ha decidido amarlo. Acercarte a una persona con la
intención de tener una relación sentimental sin antes desarrollar una amistad,
es como querer levantar un edificio sin cimientos. Cuando se quema la etapa de
la amistad, es como si se hubieran puesto cimientos débiles. Entonces el edificio
caerá fácilmente hasta con un pequeño temblor. Esto es muy peligroso teniendo en
cuenta que las relaciones siempre pasarán por temblores, y no pequeños.
Si has estado viviendo con una máscara para
conquistar a alguien, o has estado pensando en hacerlo, es mejor que desistas
ahora. Esa máscara te puede salir muy cara. Cuando el edificio esté muy alto se
volverá inhabitable por los cimientos tan débiles. Entonces será imposible
renovar los cimientos y la única manera será demoler el edificio. Eso sí que
dolerá.
Si te
cuesta tomar la decisión de quitarte la máscara, aprende la lección del Fantasma de la Ópera: Ella prefiere un
horrible rostro real, que un mágico fantasma inalcanzable.

no entiendo, escribes muy complicado
ResponderEliminarjaja Lo siento :)
Eliminarq lo sientas no es suficiente, debes cambiar tu manera de escribir o puedes tener problemas como escritor.
EliminarGracias por tu consejo anónimo, lo tendré en cuenta :)
Eliminar:D
EliminarExcelente articulo, usas un lenguaje adecuado, ni simple ni complejo, me haces recordar a mis viejos tiempos de bloggero. Algunas de las ideas ya las tenia hace algún tiempo pero leyendo esto las he vuelto a aflorar, reforzar y expandir con las figuraciones que haces, muy interesante. Bendiciones.
ResponderEliminarNo sé tu nombre pero gracias :)
ResponderEliminarMe alegro que te haya sido útil! un abrazo.
Diego fuera de bromas ¿Que tienes en la cabeza? xD!!
ResponderEliminarjajaja. Sigue leyendo mis artículos y lo sabrás :)
Eliminaranissincorazon.blogspot.com
ResponderEliminarok espero que no sean piojos!! ;)
ResponderEliminarjajaja xD
Eliminarjajaja tal vez :)
Eliminarjajaja muy bueno Diego! Bendicines
ResponderEliminarEstubobueno (;
ResponderEliminarbendiciones