Tras pasar varias horas en la calle, durante el tiempo que aún el cuerpo se lo permitió, regresaba a casa y los ladridos de su shih tzu, antes detestados y malditos, ahora parecían música y hasta le resultaban conmovedores. Descubrió que podía pasar tiempo con sus hijos sin que su mente se distrajera en las tareas pendientes de la oficina; se maravilló de cómo los videojuegos ahora se veían tan realistas, pero más grande fue su sorpresa cuando notó que el menor de sus pequeños ya usaba desodorante mientras que a su hijita ya le venía la regla. Recordó que sabía preparar muy buenos ceviches, que le encantaba leer en voz alta y resolver el sudoku en el baño. Los ojos de su esposa últimamente tenían una tonalidad caramelo que lo volvía loco; ¿o es que siempre fueron de ese color? ¡Bah! Ya no importaba, porque esos mismos ojos que lloraron cuando el cura los declaró marido y mujer hacía ya doce años, ahora lloraban suplicantes, cansados, cada vez más lejanos. El hombre imaginaba la línea de su vida antes de la noticia como un garabato: demasiados trazos, ningún dibujo. Y ahora, mientras todo su cuerpo se adormilaba pacientemente, se preguntaba a sí mismo cómo… cómo es posible vivir tan poco en tanto tiempo, y luego tanto en tan poco.
martes, 19 de noviembre de 2013
Vivir
Tras pasar varias horas en la calle, durante el tiempo que aún el cuerpo se lo permitió, regresaba a casa y los ladridos de su shih tzu, antes detestados y malditos, ahora parecían música y hasta le resultaban conmovedores. Descubrió que podía pasar tiempo con sus hijos sin que su mente se distrajera en las tareas pendientes de la oficina; se maravilló de cómo los videojuegos ahora se veían tan realistas, pero más grande fue su sorpresa cuando notó que el menor de sus pequeños ya usaba desodorante mientras que a su hijita ya le venía la regla. Recordó que sabía preparar muy buenos ceviches, que le encantaba leer en voz alta y resolver el sudoku en el baño. Los ojos de su esposa últimamente tenían una tonalidad caramelo que lo volvía loco; ¿o es que siempre fueron de ese color? ¡Bah! Ya no importaba, porque esos mismos ojos que lloraron cuando el cura los declaró marido y mujer hacía ya doce años, ahora lloraban suplicantes, cansados, cada vez más lejanos. El hombre imaginaba la línea de su vida antes de la noticia como un garabato: demasiados trazos, ningún dibujo. Y ahora, mientras todo su cuerpo se adormilaba pacientemente, se preguntaba a sí mismo cómo… cómo es posible vivir tan poco en tanto tiempo, y luego tanto en tan poco.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
"entre tantas actitudes cuestionables, la que más le sacó de quicio fue la de dos amigos que (...) apenas se dirigían la palabra por andar pegados al celular." Ok, lo tendré más presente desde ahora. Buen mensaje.
ResponderEliminarjaja. Bien!
Eliminar