viernes, 11 de enero de 2013

Enemigo en casa - Parte I



          Probablemente tenía unos seis o siete años cuando algo empezó a inquietarme. Es muy vaga la imagen en mi mente, sólo recuerdo estar en el auto de mi papá mirando por la ventana. Era de noche y pasábamos por un lugar iluminado; tal vez una zona comercial. Los edificios eran muy grandes (lo eran para mí). Al admirar esa escena desde mi escondite, por primera vez le temí al mundo. ¿Qué pasará cuando crezca? ¿Cómo será la vida ahí afuera? ¿Cómo será vivir solo y enfrentar la vida sin nadie que me cuide? Sabía que había gente mala y me preguntaba si habría algún lugar donde pudiera estar a salvo por siempre de esa maldad. En los dibujos animados que veía, siempre había un villano que odiaba a las personas y que, desde su guarida secreta, maquinaba planes para destruirlas. Me preguntaba dónde podría estar escondiéndose ese malvado con el propósito de hacerme daño. Por las noches temía dormir solo, pues el enemigo solía perseguirme en mis sueños. Nunca bajaba la guardia; él podría estar cerca. Pensaba que en casa estaba a salvo, pero nunca imaginé que él cada día ganaba más terreno en mi vida. Fue terrorífico cuando años más tarde lo descubrí; él estaba más cerca de lo que pensaba, él era parte de mí.

          Basta prender el televisor y sintonizar un noticiero para concluir que cada día la maldad humana se multiplica y la degradación ha llegado a niveles inimaginables. ¿De dónde nace la maldad? ¿En qué momento una persona que también fue niño alguna vez, se convierte en un violador, pedófilo, ladrón o asesino? Estas interrogantes me acompañaron por mucho tiempo. Con el argumento de que si Él creó todo, ¿por qué creó la maldad? , la gente suele culpar a Dios de esta crisis moral que crece a pasos agigantados. Como cristiano, siempre justifiqué a Dios diciendo: El hombre tiene libre albedrío; si las cosas están mal, es culpa del mismo ser humano. Esta afirmación es bastante cierta, pero hay mucho más que decir al respecto. Nadie despierta de pronto un día diciendo: He decidido que seré violador. En esta nota develaremos un secreto escondido para la gran mayoría de personas, y que podría significar el inicio de una nueva vida libre de ataduras y esclavitud.

          Un ciego con los ojos cerrados podría pasar toda su vida diciendo: Yo sí puedo ver, sólo que no quiero abrir los ojos. Nunca se dará cuenta que no puede ver hasta que los abra. Una persona encerrada en una habitación no sabrá que está encerrada hasta que intente abrir la puerta. Algo similar me ocurrió cuando tenía quince años. Mi vida era “buena” y yo era un “buen chico”, o al menos eso creía. Fue cuando empecé a conocer a Dios que empecé a cuestionar mi supuesta bondad. Era como si una potente luz hubiera entrado por la ventana de la habitación y me hubiese mostrado la inmundicia que había dentro de mí, la cual yo no percibía por estar acostumbrado a ella. Fue terrible reconocer que dentro de mí había malos deseos, que mi corazón y mi mente estaban pervertidos hasta niveles que pocos podrían imaginar al conocerme. Entonces decidí huir de esa habitación inmunda que era mi interior, pero al intentar abrir la puerta me di cuenta que no podía hacerlo por mis fuerzas. Como dijo el apóstol Pablo: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco” (Ro 7.15) ¿Te has sentido alguna vez en ése mismo conflicto? Más adelante entenderás la raíz de esta lucha interior.

          Yo llegué a pensar que esas tendencias eran parte de mí, y que sería ilógico luchar contra mi propia naturaleza. Vencerme a mí mismo sería derrotarme, entonces, ¿qué sentido tendría? Muchos se escudan en este pensamiento para justificar el adulterio, la fornicación y otros actos inmorales, diciendo: “Soy hombre, es mi naturaleza”. Por mucho tiempo yo era de las personas que pensaban así. Tras varios intentos fallidos de ir en contra de mi naturaleza, llegué a preguntarme: ¿Por qué Dios condena algo que es natural en mí? Y a consecuencia de esta interrogante, surgió otra que me llevó a dar el primer paso hacia la libertad: ¿Que algo sea natural en mí, significa que es bueno y correcto? En otras palabras, ¿el hecho de que algo sea natural en mí, es suficiente razón para que yo acepte esa tendencia y la practique?

          La respuesta la encontré en un pasaje bastante conocido de la Biblia. Esto me impactó y renovó mi mente para siempre; desde entonces muchas cosas empezaron a tener sentido. Citaré las palabras exactas de Jesús:

Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentrodel corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona” -- Marcos 7.20-23.     (Énfasis añadido).

          El enemigo está en casa. Hoy muchos viven luchando con perversiones en secreto, sin poder creer que ellos sientan esas cosas y preguntándose por qué las sienten. Estas personas corren el riesgo de algún día rendirse a estos deseos y cometer actos terribles. Un velo cayó cuando la enseñanza de este pasaje me fue revelada. Entendí que la fuente de toda la maldad que destruía al ser humano estaba dentro del mismo ser humano, y Jesús llamó a esa fuente de maldad “el corazón humano”. ¿A qué se refería con el corazón humano? En muchos pasajes la Biblia habla acerca del corazón como algo bueno, como algo que hay que cuidar, pero en estos versos se refiere a lo que también es conocido bíblicamente como “la carne”. El corazón o la carne es la natural tendencia que tiene todo ser humano (en su alma y cuerpo) a hacer lo malo y lo perverso, producida por el pecado original y el distanciamiento de Dios. Lo ilustraré de una manera clara. Todos, e insisto, TODOS (y eso te incluye a ti que me lees y a mí también), tenemos dentro de nosotros mismos a un potencial pervertido sexual (entiéndase por adúltero, fornicario, homosexual, zoófilo, pedófilo, violador, que practica el incesto, etc.), asesino, ladrón, criminal, y cualquier otro sustantivo que entre en la lista de lo perverso. ¿Te asustaste? No digo que lo seas, pero digo que podrías llegar a serlo si vives conforme a lo que tu naturaleza te lleva a sentir y pensar, porque todos estos males vienen de adentro (Mc7.23). El mal no viene de afuera, el mal no se enseña; ya está adentro, sólo se alimenta.

          Entendiendo esto, volvamos a la pregunta inicial: ¿el hecho de que algo sea natural en mí, es suficiente razón para que yo acepte esa tendencia y la practique? La respuesta es NO. No podemos fiarnos de lo que sentimos o pensamos por naturaleza, porque entonces estaríamos camino a nuestra destrucción siguiendo el consejo de nuestro peor enemigo: Nuestro corazón. “El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?” (Jer 17.9 - Nueva Traducción Viviente).

          Tú puedes vivir confiando en tu corazón o confiando en Dios; tú decides. Esta es la razón por la cual el mundo está como está, porque las personas han decidido vivir conforme a lo que sienten en vez de vivir conforme a la verdad de la Palabra de Dios, por eso Dios dice: “…una y otra vez les he advertido:Obedézcanme. Pero no obedecieron ni prestaron atención, sino que siguieron la terquedad de su malvado corazón” (Jer 11.7-8). Pero estas no son malas noticias, porque una vez que uno empieza a conocer la verdad, va camino a la libertad. Primero es necesario que el enfermo reconozca su necesidad para que luego pueda aceptar seguir el tratamiento y así ser sanado; por eso en esta parte de la nota he presentado el problema, y en la siguiente presentaré la solución detallada. 

          “Ok, Diego. Yo quiero hacer lo que Dios me pide, pero no puedo. La carne es débil”.

          En la segunda parte hablaré sobre cómo vencer al enemigo interno y ser libre de los malos deseos del corazón. ¡No dejes de leerla!

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LEE LA SEGUNDA PARTE DE ESTE ARTÍCULO AQUÍ: http://bit.ly/1hFJDEH

2 comentarios:

  1. Wuao.. excelente publicacion..
    Realmente sabes llegar a la gente.

    ah y gracias por el saludo de cumple

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    1. ¡Gracias a ti por leerme! =) Espero que te haya ayudado leer esto. ¡Un abrazo!

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